sábado, 14 de junio de 2008

Atrévete

Por: Zarina Black de VLM

Sogas, atadas fuertemente a su cuerpo, la inmovilizaban por completo. En ese momento no lograba pensar nada, simplemente estaba ausente, dejando que el dolor la consumiera por dentro, el dolor de esas cuerdas que la mantenían prisionera. Le pareció que un rayo de luz atravesaba la ventana completamente cubierta por una sábana, pero fue su débil, ahora, imaginación. Intentaba respirar profundamente, pero la soga que tenía al cuello se lo impedía.Ya llevaba más de cuatro horas así, tumbada en una cama deshecha, atada de arriba abajo, con los ojos vendados, excepto los labios, por donde un frágil aliento parecía surgir.Oyó unos pasos, y después la puerta se abrió.Mantenía los cinco sentido alerta, sobretodo agudizaba el oído, ante cualquier acercamiento posible. Sintió que la levantaban, la cargaron al hombro de algún ser, y después se la llevaron de la sucia habitación.Desde su lugar se podía contemplar la luna, tranquilamente, sin molestia alguna. No había nubes esa noche, parecían haberse escondido, por miedo, al predecir lo que ésa noche podría llegar a ocurrir…Se volteó para observar como uno de sus siervos traía, en sus brazos, un bulto, cubierto por una manta de terciopelo, negra.Sonrió con maldad, y esperó a que llegaran hasta él. Cuando esto sucedió, el siervo dejó a la joven, con cuidado, en Tierra firme, para después, con una leve inclinación de cabeza hacia su amo, retornar de donde vino.Era pálido, de largo cabello, negro, al igual que sus ojos. Vestía ropas oscuras, acompañada de una capa también oscura, que ahora se mecía al compás del viento. Unos colmillos se rebelaban entre sus labios. Un vampiro.Se agachó, despacio, hacia el bulto inmóvil que había en tierra, y con un rápido movimiento, quitó la manta que cubría a la joven.La tenía a su merced…La observó, deleitándose con su visión: estaba quieta; el pelo, de un rojo hipnotizante, desparramado por todas partes; acurrucada, abrazándose a sí misma, dándose calor; el ligero vestido que llevaba (negro, de terciopelo, largo, al igual que sus mangas anchas) estaba sucio, y roto por algunos lugares; su cuerpo, con magulladuras por muchas partes a causa de las sogas que la ataban, parecía estar temblando, pero, lo mejor de todo, eran sus ojos, grises, puestos con decisión, rabia y furia, en los de él. La tenía casi a su merced…Ya no estaba atada, y aun así, no parecía querer moverse.- ¿Qué tal tu estancia en la suite que preparé especialmente para ti, querida?- preguntó con fingida inocencia.Ella no contestó, seguía consumiendo al vampiro con su mirada, poco a poco.- Si no dejas de mirarme así, tendré que arrancarte los ojos.No respondió.- Oh vamos, no quisiera hacerlo, sabes que adoro tus bellos, y delicados ojos… El vampiro comenzaba a molestarse. No aguantaba ese aire de rebeldía y fuerza que emanaba de toda ella, especialmente desde sus ojos.- Podría hacerte algo peor, sabes que podría… Quizá bebería de ti, para luego dejarte, abandonada, para que te desangraras, lentamente y…Ella le interrumpió.- Si quisieras hacerme algo, ya lo habrías hecho.- dijo con voz firme, calmada.Él se sorprendió, más ocultó esa sorpresa, detrás de una máscara de frío odio. En menos de un segundo, se agachó y, cogiéndola por el cuello, la levantó a más de un palmo del suelo.- No hagas que me enfada, Ankhara, sabes que no es recomendable…Ankhara intentaba hablar, pero las palabras no conseguían salir, le costaba respirar. Finalmente habló…- También sabrás, muy bien por cierto, que eso no funciona conmigo…Las lágrimas inundaban sus ojos, puesto que la sangre no le llegaba al cerebro. Mas no dejó que éstas se escaparan.- Leginath… - susurró, apunto de perder el sentido.Leginath la soltó, bajándola hasta que sus pies rozaron el suelo, pero, al quedarse sin fuerzas, no puedo sostenerse y se tambaleó, peligrosamente, hacia la tierra. No cayó…El vampiro la sujetó fuertemente por la cintura, acercándola hacia él, aspirando su perfume, contemplando ese rostro sereno.Unos ruidos, lejanos, lo alertaron. Eran pisadas, de algo grande, que se movía con gran rapidez hacia donde ellos se encontraban. Y no parecía haber uno solo, sino que detrás de él venían un par más.Leginath se giró rápidamente, y observó, a no muy lejana distancia, su mansión. No lo pensó dos veces, cogió a Ankhara en brazos, y con una rapidez sobrenatural “voló” hasta las verjas que protegían su mansión.

No hay comentarios: