Por: Zarika Black
Cap II
Pudo respirar con normalidad cuando ya hubo dejado a Ankhara en su habitación, corrido las cortinas, y dar la voz de alarma, para que sus siervos se prepararan para la defensa.Antes de dejar a Ankhara, la observó con dulzura, y después, sin mirar atrás, salió del cuarto, cerrando la puerta con llave.Eran tres, enormes, de más de dos metros, peludos, grandes mandíbulas, y afilados colmillos… hombres-lobo. Se encontraban vigilando el interior de la mansión, desde el otro lado de las verjas. Al parecer no tenían orden de atacar la mansión, o al menos, el líder no la había dado.Leginath los estudiaba. Se fijó en que parecían estar perdidos, pero eso no le impedía ver, que más allá, sólo era un plan para distraer al enemigo, para hacer que bajase la guardia. Estaba furioso…No entendía el por qué de su “visita”, no creía tener nada de valor, al menos, no para ellos. Sabía, por experiencia, que los hombres-lobo no trabajan nunca en números tan reducidos. Algo los había conducido hasta su mansión, y él iba a averiguarlo. Se desperezó, abrió los ojos y se incorporó para tener una visión más amplia del lugar en donde se encontraba. Observó la habitación, era la de Leginath, tan oscura como él.Le pareció extraño que no se encontrara intentando torturarla de nuevo, por lo que se asomó en su rostro una expresión de desconcierto. Estaba agotada, necesitaba descansar.Algo la distrajo, había oído un rugido, peligroso sin duda, pero denotaba satisfacción. Y una cosa tuvo clara, no era Leginath. Se puso en pie de un salto, observó la puerta de reojo, y se dirigió hacia el armario donde el vampiro guardaba sus armas personales de último recurso.Volvió a oír el rugido, pero esta vez en ese mismo pasillo, y lo que fuese que lo haya producido, era enorme. Agudizó su oído y percibió sus pasos. Cerró sus ojos y lo vio en su mente; su aspecto feroz… Su hambre.Obviamente, eso no era una nueva mascota de Leginath, más que nada porque él ya habría hecho alguna presentación más adecuada, como encerrarla con él en una habitación de torturas, con un tenedor para poder defenderse, o algo por el estilo.Entreabrió los labios, respiró lentamente, con los ojos bien abiertos, y abrió la puerta del armario. Éste era tan grande como para caber ella dentro, entonces se metió en él.Se concentró y vio la puerta de la habitación abrirse, lo que no vio fue quién la había abierto. De lo que sí estaba totalmente segura era de que no era humano, puesto que desprendía un olor a sangre reciente, sangre caliente. Y su corazón hacía mucho tiempo que había dejado de latir.Ahogó un grito cuando se vio desprotegida al abrirse la puerta del armario, quedando ante él.
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