jueves, 8 de noviembre de 2007

Si yo muriera mañana...Correcion Capítulo I

~ Algunas personas no creen en lo sobrenatural, no creen en la magia, en lo que “no puede ser”, en lo que pueden soñar y no es perceptible por sus sentidos… Simplemente se basan en una realidad absurda, en el vivir por vivir, en disfrutar el momento por y para… En un realismo que, se puede decir que, no existe

Somos muchos los que existimos, los que por alguna razón fuimos arrojados a este mundo. La historia, literatura y otras ciencias nos llaman demonios, el mal encarnado en una especie de seres oscuros… Nosotros no respondemos a este apelativo. Somos y no queremos ser seres sin sombra, sin firma… ni una identidad, ni un sexo definido. En el día somos como cualquiera, pero en la noche…
La luna se convierte en nuestra peor pesadilla, somos como el viento rápido e impenetrable, somos seres sin nombre, sin corazón ni destino… nuestra enemiga la luz, nuestra salvación un destino fatal…la muerte.

Desde hace años, no he sabido lo que es tener un día común y corriente, todas las noches soy lo que cualquier soñador harto de su vida desearía ser y lo que yo aborrezco con toda mi alma. Nunca he podido disfrutar de una salida de amigos, de una fiesta, de una cita… Todo por mi inepta curiosidad, que cambió mi vida por completo…
Mi misión, nuestra misión; acabar, mejor dicho, desaparecer a aquellas personas que no merecen vivir y extinguir a aquellos seres, a todos los seres que traten de protegerlos…nuestros enemigos, mis enemigos y rivales: los ángeles.

Era un jueves común y corriente, el viento hacia eco en los edificios vacíos, bañados por los plateados rayos de la luna; eran ya mas de las 23 horas, según mi viejo Casio, yo caminaba por una conocida calle de París.
- Todo tranquilo por esta zona- dije mientras tachaba una vez más, una calle de mi monótono recorrido.
Continué caminando, no quería correr, ni apurarme; aún sabiendo que estaba en peligro... No estaba solo, sentía la presencia, una presencia ya conocida, era un ángel… ¿Me estaría siguiendo?

Avancé por la calle des Maisons y una vez más, sentí en un segundo ese agudo sonido que me quema lentamente cada vez que ocurre, mis ojos cambiaron de color, mi miraba se hizo mas penetrante y profunda, las alas salieron de su escondite, podía sentir mi corazón desvaneciéndose mientras yo sufría acongojadamente. “Alguien tendría que morir”, pensé. Cerré mis ojos por una fracción de segundo, y cuando los abrí estaba en otro desolador lugar, la casi desierta Avenida Champs Elysees.
- ¡Cómo odio este lugar!- dije con furia. Allí después de todo, fue donde empezó lo que ahora es mi vida.
Mis sentidos se agudizaban por cada segundo que pasas, mis oídos estaban alerta a cualquier sonido que pueda revelar el lugar del individuo que buscaba, mi olfato, mas agudo que el del mejor perro entrenado, pudo revelarme en breves momentos el olor a sangre. “Está cerca”, pensé mientas buscaba alguna señal…

Reanudé mi búsqueda cuando un fuerte sonido me hizo saltar sobre mí, era el sonido de una sirena de ambulancia acercándose, caí arrodillado al suelo, con un aire derrotado, pues ese sonido lo decía todo… Había llegado tarde…por primera vez en toda mi carrera, yo, había llegado tarde…

Pero ¡no!, a unos metros de donde yo me encontraba, vi un fuerte y luminoso resplandor, era aquel ángel que me espiaba…esa fue mi señal, “ellos recién llegan, eso quiere decir que aún estoy a tiempo”, pensé. Así que rápidamente, me incorporé, cerré los ojos, me concentré y pude encontrar lo que buscaba. A pocos metros, un Porsche rojo se había estrellado contra un farol. Las pocas personas que por ahí pasaban se amontonaron cerca del Porsche, pero nadie se acercaba, por temor al olor de gasolina que emitía el lugar. Yo caminé hacia el coche…
Había una bella mujer en el, ensangrentada de pies a cabeza, tenia un aire de sociedad, pero es no importaba, la muerte no distingue…
Me acerqué aun más, aspirando una parte de su ser.
-Tonta, para él ya no existes –dije irónicamente, sabiendo que ella no podía escucharme, ni mucho menos verme; mientras sentía como el dolor de aquella jovencita me alimentaba.-No sabes que ningún hombre vale la pena para tratar de suicidarse- me reí fuertemente, tratando de opacar sus pensamientos que rebotaban en mi mente- Linda, no vale la pena sufrir por amor…-dije finalmente.
Decidí no perder más tiempo, estaba a punto de despedirla de este mundo, de aspirar su sufrimiento y su alma, cuando ella abrió los ojos lentamente…


-Enamorarme es lo mejor que pudo pasarme en la vida –dijo débilmente mirándome a los ojos por unos pocos segundos. Luego se desvaneció nuevamente.
Me quedé perpleja, ¿cómo me vio?, ¿cómo me escuchó?; pero lo que mas me mortificaba era el saber que ella estaba a punto de morir y en lo único que pensaba era en él. “Que tonta eres”, pensé, “cualquiera pediría vivir mas tiempo por sí, no por él que ya no te ama.
-¿Cómo puedes verme?- dije como reacción- ¡bah!-gruñí- ahora eso no importa, pues será lo último que verás… despídete definitivamente de este mundo.

Me acerqué a ella instintivamente…para darle el toque final, solo un beso y todo estaría sellado… pero algo me detuvo, un fuerte brazo me separó de mi víctima… Era aquel ángel, extraño para serlo. Tenía unos ojos color cielo, un liso cabello color miel, una tez “perfecta” plateada como la primera luna de invierno, unos ojos…unos ojos “maravillosos”, sus ojos eran oscuros, como mi alma, como el petróleo…eran “perfectos”, pero ¡que estoy pensando!, reaccioné rápidamente al ver como el ángel intentaba acercarse a la mujer del automóvil.
-Déjame hacer mi trabajo- le grité al recién llegado. Quién, me apartó, sin decirme palabra alguna, lanzándome deliberadamente lejos…Desde allí vi como este se acercó a ella, y con un suspiro le dio… una última oportunidad, su vida, la esperanza que yo le había arrebatado. Mientras yo, podía sentir que la ira se apoderaba de mí, quería acabar con el en un solo instante, pero no sabía porque no podía hacerlo, había algo en él que me impedía hacerlo… ¿pero qué?...
- No tengo tiempo para pelear…-me dije a mí mismo, tratando de callar a mis pensamientos - Estoy débil y además ya pronto amanecerá…- me excusé para mi, nuevamente.
Así que, respiré hondo, me levante y caminé hacia el otro extremo de la calle, alejándome poco a poco del lugar y dejando a aquel extraño ángel hacer lo que quería…“Mañana será otro día”, pensé para reconfortarme de la pérdida. Ya no me importaba aquello, solo estaba enfadado conmigo mismo, aunque yo no quería aceptarlo…

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