Somos muchos los que existimos, los que por alguna razón fuimos arrojados a este mundo. Somos y no queremos seres sin sombra, sin firma… ni una identidad definida. En el día somos como cualquiera, pero en la noche…
La luna se convierte en nuestra peor pesadilla, somos como el viento rápido e impenetrable, somos seres sin nombre, sin corazón ni destino… nuestra enemiga la luz, nuestra salvación un estúpido símbolo…la muerte.
Desde que nací, no he sabido lo que es tener un día común y corriente, todas las noches soy lo que cualquier soñador quisiera ser y lo que yo aborrezco con toda mi alma. Nunca he podido disfrutar de una salida, de una fiesta, de una cita… Todo por mi ineptitud y curiosidad, que convirtió mi vida por completo…
Mi misión, nuestra misión; acabar con el bien del Mundo y extinguir a esos seres que tanto daño nos hacen…los ángeles.
Era jueves, mas de las 11 PM, según mi viejo Casio,
- Todo tranquilo por esta zona- dije mientras tachaba una vez más una calle de mi monótono recorrido.
Seguí caminando, no quería correr ni apurarme, aun sabiendo que estaba en peligro... No estaba sola
Avancé por la calle des Maisons y una vez mas, pude sentir en un segundo ese agudo sonido que me quema lentamente cada vez, mis ojos cambiaron de color, mi miraba se hizo mas penetrante, las alas salieron de su escondite, podía sentir mi corazón desvaneciéndose mientras yo sufría acongojadamente.
De repente, estaba en la Avenida Cléber.
- ¡Cómo odio este lugar!- dije con furia. Allí había empezado todo…
Mis oídos estaban alerta a cualquier sonido que pueda revelar el lugar del individuo que buscaba, mi olfato, mas agudo que el del mejor perro entrenado, pudo revelarme en breves momentos el olor a sangre. “Está cerca”, pensé mientas buscaba alguna señal…
Salté sobre mí misma, pues escuché a lo lejos la sirena de una ambulancia, caí derrotada, el sonio indicaba lo peor… Había llegado tarde…
Pero no, pude ver una fuerte luz blanca a unos metros de donde yo me encontraba. Ellos recién llegaban, los ángeles; “eso quiere decir que aun estoy a tiempo”, pensé.
Cerré los ojos, me concentré y pude encontrar lo que buscaba. A pocos metros, un Porsche rojo se había estrellado contra un farol, caminé hacia el…
-Tonta, para él ya no existes –dije irónicamente, sabiendo que ella no podía escucharme, ni mucho menos verme; mientras sentía como el dolor de aquella jovencita me alimentaba.-No sabes que ningún hombre vale la pena para tratar de suicidarse- me reí fuertemente, mientras en mi mente rebotaban sus pensamientos- Linda, no vale la pena sufrir por amor…
Estaba a punto de despedirla de este mundo, de aspirar su sufrimiento y su alma, cuando ella abrió los ojos…
-Enamorarme es lo mejor que pudo pasarme en la vida –dijo débilmente mirándome a los ojos
Me quedé perpleja, ¿cómo me vio?, ¿cómo me escuchó?; pero lo que mas me mortificaba era el saber que ella estaba a punto de morir y en lo único que pensaba era en él…
-¿Cómo puedes verme?... ¡bah!... ahora eso no importa, pues será lo último que verás..
Me acerqué a ella instintivamente…para darle el toque final, solo un beso y todo estaría sellado…pero algo me detuvo, un fuerte brazo me separó de mi víctima…
-Déjame hacer mi trabajo- le grité al recién llegado. Quién, me apartó lanzándome deliberadamente lejos…
Él se acercó a ella y con un suspiro le dio…una última oportunidad, la esperanza que yo le había arrebatado. Mientras yo, de lejos, podía sentir que la ira se apoderaba de mí… pero ya no había tiempo para pelear… Yo estaba débil y además ya pronto amanecería…
Así que respiré hondo, me levante y caminé hacia el otro extremo de la calle, alejándome poco a poco del lugar y dejando a aquel extraño ángel hacer lo que debía…
“Mañana será otro día”, pensé para reconfortarme de la pérdida.
((Continuará…))
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