~ Al elegir una posibilidad frente a otra, el ser humano va existiendo y a la vez limitando el campo de sus posibilidades existenciales, hasta que finalmente se halla ante la única posibilidad, ante la cual no hay elección: la muerte.
-Por favor, seas quien seas…déjame vivir –me gritaba aquel viejo hombre-¡Ya te dije que no sé nada de ti, ni de esa cosa plateada! –arrodillándose frente a mi, suplicando. Aquel hombre estaba sufriendo, podía ver en sus ojos aquella desesperación que carcome a cualquier ser lentamente y que se apodera de nuestra mente en los peores momentos.
Yo me sentía poderoso, único, la fiera dentro de mí estaba renaciendo… cada parte de mí quería acabar con todo, apoderarme de su dolor, de su sufrimiento… de su angustia.
Quería recuperar el lugar que hace algunos años había perdido y que deseaba volver a conseguir, quería volver a hacer importante… detesto ser tratado como un vulgar perro.
Los minutos pasaban lentamente, y yo erguido frente a él, disfrutando su desesperación y miedo, mientras el viento agitaba fuertemente aquello que me rodeaban pronosticando una tormenta… ya no podía esperar más… “estoy perdiendo el tiempo” pensé.
- Ustedes, lo seres humanos son tan patéticos –dije con un aire de desprecio. Me acerqué a él sigilosamente, como aquel gato que solo desea jugar con su presa, mis pasos se podían escuchar en aquel desierto pasillo como el campanario de Notre Dame resuena todas las noches…
Cogí a aquel hombre del cuello, examinando minuciosamente su aterrado y pálido rostro; apreté cada vez más su garganta, podía sentir que el aire no le estaba llegando a sus pulmones y disfrutaba viendo a sus ojos salirse de sus órbitas.
- Mark, eres un hombre tan tonto, te gusta hacer sufrir a tu familia...-dije- aunque claro, todo se podría arreglar, yo… puedo olvidar este pequeño accidente si tu me dices quien es el que me sigue, sé que eres uno de sus protegidos…-grité-necesito datos..¡Entiende! – le grité aun mas enfurecido.
Iba a hacerlo, a aspirar lo poco que le quedaba de vida… pero algo me contuvo, un fuerte resplandor se reveló tras mío, el ambiente se llenó de un fresco aroma a flores, que mi olfato detectó al instante…era un aroma conocido…
Arrojé fuerte y despiadadamente a aquel hombre al suelo, él cayó desmayado, rompiéndose un brazo en la caída… di media vuelta… esbozando una sonrisa… esta vez no dejaría vivo a aquel ser tan repugnante, apreté mis puños en señal de desafío… y lo miré a los ojos…
Ese fue el mayor error que pude haber cometido, mirar directamente a sus ojos, estos, un arma mortal que me paralizan por completo… No podía respirar con facilidad, me sentía como una masa, vacía y hueca… sin poder…moverme… Su mirada, intensa, fulminante me cegó en un instante, esos ojos color noche, me hipnotizaron a tal limite que si me hubieran preguntado en ese momento que estaba haciendo, que iba a hacer… mi respuesta hubiera sido un silencio…
Sus ojos, su mirada, su alegría mezclada con la fe que exhalaba en todos sentidos, era más de lo que yo podía soportar…
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