ENCUENTROS
Una historia de imposibles
Espera
[Recomendación: Música 1]
Esperanza tenía 8 años cuando lo vio por primera vez, el niño de los ojitos color miel, el cual vestía de estilo elegante y encantador. Ambos lo hacían, solo que a diferencia de él, ella llevaba un vestido amarillo pastel, largo y de princesa. Nunca se vio así, la idea le había parecido siempre completamente estúpida- “Cliché”-. Y Él… Él estaba allí, danzaba con ella, sonreía con ella; los dos juntos estaban en un salón con muchas personas a las cuáles no conocía y las cuáles, en verdad, no importaban. Sólo eran Él y ella, ambos y la música, se miraban y sólo interesaba aquello, lo que sentían y de nuevo, “Cliché”…
Siete años después, aún lo recordaba, aún soñaba con Él, aquel desconocido de su sueño preferido, el muchacho de los sueños de cada 22 de cada mes (si no fuera por su diario jamás se hubiera dado cuenta de aquella coincidencia), tan solo es que añoraba ese momento. “Ricitos” como le decían sus amigos por la forma de sus cabellos, soñadora y engreída como ella sola, paseaba todos los jueves por el mismo parque a la misma hora, siempre escuchando música en su mente, tarareándola y riéndose de ella misma por hacerlo. ¿Quién era Él? Nunca lo había visto en su vida, jamás se lo había cruzado pero “esa” sonrisa la hacía sentir tan bien, inexplicable. Ese asiento del parque la hacía en verdad pensar, meditar, soñar. Además de que había tenido más sueños como este y algunos con más detalles, sin embargo nunca pudo verle el rostro completo, veía todo por partes: sus ojos, son sonrisa infinita, de nuevo su mirada, a él a lo lejos, con ella, los pies, el movimiento… podía sentir la brisa de ese instante con solo rememorarlo. En fin, en este sueño, ella lloraba y sonreía…se veía asimisma feliz y triste. ‘¿Por qué yo lloraba? ¿Por qué río y lloro? ¿Qué pasó con él?’ Y todo estaba en su mente, el danzar y la música de piano, y el ver el movimiento de sus pies…
-¿Puedo sentarme?- Esperanza volvió rápidamente de sus pensamientos y su fortaleza mental y de todo para verlo, invadir su mundo. “¿Qué clase de persona será?, ¿debería irme?”. Tenía recelo para con aquellos que se presentaban cubriéndose el rostro, sin embargó asintió con la cabeza, después de todo, si hubiese querido hacerle daño ya lo hubiese hecho. Pero era su jueves, su parque, su silla ¿por qué allí se tuvo que sentar ese extraño? Y de nuevo a soñar… era como si él no estuviese allí, a pesar de que si lo estaba. El viento cambio de dirección, ahora corría de donde se ubicaba Él hacia Ella, el perfume era diferente. “Este lugar es fenomenal, se podrían hacer muchas cosas… Ah, verdad, disculpa que te haya asustado o sacado de tus pensamientos, parecías tan ensimismada en lo tuyo…” La primera vez que le había hablado, no se había percatado del extraño acento de él, era divertido y atractivo. “No te preocupes, de alguna u otra manera siempre me sucede…” le respondió pensativa. “Siempre vengo los martes y me siento aquí a reflexionar, pensar…o simplemente a admirar todo esto; pero no sé por qué hoy vine… y definitivamente hoy jueves, se ve, se siente mucho mejor todo.” Él parecía tener ganas de platicar, pero la verdad ella no sentía ánimos de hacerlo. “Este lugar es magnífico”, seguía él, “…podría hasta grabar con todo esto, un videoclip…”
“Estás loco”, reaccionó Ella. “Deja a este hermoso parque así… aunque ya me picó el bichito de la curiosidad, ¿qué evento grabarías aquí?” Y Ella sólo recibió silencio, y fue aquello lo que le provocó volver a soñar...Recordar una y otra vez el sueño de los 22, donde ella era tristemente feliz y donde todo estaba bien, pero cada vez que intentaba soñar despierta con aquel mundo, se le olvidaban más detalles; al punto de pensar que sí, que alguna vez lo había visto de verdad y que le había gustado tanto que lo recordaba a cada segundo, y poco a poco se le fue olvidando… Lo fue olvidando, hasta solo ser capaz de recordar aquellos ojos color miel que la hacían vibrar por dentro. Esperanza suspiró y la nostalgia de aquel suceso imposible, que sólo en películas de-lo-peor-románticas sucedería… Se reía de la idea que se le cruzaba por la mente, al recordar al extraño del lado derecho. No había cabida para eso, es imposible. Es decir, por qué justo en aquel momento, en aquel lugar, 7 años después… se le tendría que aparecer Él de esa manera. ¡Imposible! “Y si lo fuera, sería ridículo… ¿o no?” Zapatos de cristal, brujas, cuentos, príncipes, bailes y demás sólo ocurren en los libros que se quieren vender, en los libros para niños, en las películas comunes… “¡Eso no es para mí!”. Pensamientos iban y venían, el frío empezaba a sentirse, el viento, su aliado en algunos momentos, empeoraba y pasó de ser una suave brisa a un viento que en cualquier momento la elevaría por los cielos. La ciudad se hacía de noche. Finalmente, él respondió rompiendo el silencio y los sueños de Esperanza. “Esa respuesta es simple, grabaría, pues tiene que ser recordado por la eternidad, un baile.”
Reacción tardía mostró la joven, su piel se erizó y palideció por el segundo que duró el que él diga la palabra, suspiró una vez más… mostrando cansancio. “¿Qué?, ¿qué tiene?”, cuestionó el extraño. “Nada, solo que estaba pensando en ello y…”, no la dejó terminar y él empezó a reírse. “¿O sea que te leí la mente?”, le preguntó deteniendo la risa. El viento se calmó y con él, los nervios de ella. Le iba responder pero él se le adelantó preguntándole: “¿Quieres bailar?”
“¡Aquí no hay música!” contestó impulsivamente ella, mirando hacia otro lado. “O sea que si sí hubiera, ¿bailarías conmigo?”. “No”. “¿No bailarías conmigo?”. “No, no es eso, es que...” Él sonrió, pero ella no tenía excusa, sólo no sabía… “Ya no te preocupes, sólo que…” Él se puso melancólico y ella lo notó, lo miró desde donde estaba. Después de todo era un extraño, no podía acercársele así nada más… “Si deseas, bailamos… ¿qué pasó?”, ella no podía evitar el sentirse algo culpable. “No, nada… y ya te dije que no te preocuparás.” “¿En serio?”, hizo ademán de levantarse pero él la detuvo. “No, creo que debería contárselo a alguien y como no me conoces, sería perfecto. ¿No te molesta, verdad?” Ella dudó por un segundo, pero terminó aceptando. “He estado en muchos lugares… Sabes, yo no soy de aquí y la verdad no creo que regrese, ya no puedo... En fin, he estado muchos lugares por un sueño.” Ella se estremeció porque su idea loca y arrebatada se le seguía cruzando por la mente. Se repetía lo imposible que era, mientras lo escuchaba, además de que podrían ser miles de sueños… “Era oscuro y bello, no hacía mucho frío, ni mucho calor. Todo era perfecto. Jamás en la vida he usado un traje, ni lo pienso hacer, pero… en el sueño yo tenía uno y Ella vestía igual, obvio con vestido y todo. Es un sueño tonto que tuve a los 8 años. Nunca la he visto bien y nunca creo encontrarla. ¿Por qué he viajado tanto? Porque la necesito, necesito encontrarla y preguntarle muchas cosas… quiero un porqué. Así que la busqué allá y no la encontré, la busqué en otros lados y lo mismo sucedió, por mi la buscaría hasta el final del mundo, pero, como te dije ya no puedo viajar más. Hoy me voy de aquí, esa es la verdad, mi vuelo sale en unas horas y quería visitar este lugar que tanto me ha gustado, que tanto me la ha recordado. Te podrá sonar de lo más estúpido y bobo, pero vine buscándola, es todo, vine por Ella.”
…continuará
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