domingo, 7 de diciembre de 2008

Sofía se escribe con S XIII

Similar
"¿Similar?, mejor di casi idéntico… ¿No pudiste encontrar alguien más parecido? y no lo niegues que lo es, no te creo capaz...aunque ya no se si lo seas o no". Recuerdos, memorias. Sofía tenía una muy buena memoria, decían que no vivía los momentos hasta después de vivirlos y eso en parte le molestaba a Sebastián, pues él era al revés... ¿Qué memorias? ¿Qué recuerdos?

Apagó el televisor, había tomado una decisión definitiva. "Pero primero...". Se levantó del sofá dirigiéndose de nuevo a su habitación. Se quedó parada en la puerta, atónita, miraba lo que había sido su perfección hecha trizas: fotos tiradas en el suelo, su cómoda semi-vacía, uno que otro póster en el suelo… ¿Qué había hecho? Está había sido la peor de todas sus crisis habían cartas arrugadas, lapiceros por doquier, su cubrecama estaba manchada y una que otra gota de sangre en el suelo, un muy pequeño charco apenas notable... "No importa" Después de todo, ya nada importaba…aunque quería sólo solucionar un problema y vitarse líos mayores. Estaba sola, Sebas ya no iba a volver a ser su amigo, o eso creía, él estaba dolido, ella lo había lastimado. Le había hecho daño a la persona que más quería en el mundo, de qué no sería capaz. "Lo siento, por favor...perdóname" Gritaba en silencio y sola se contestaba. "No me va a perdonar, ¿cómo me va a perdonar? He hecho algo malo, soy una niña mala, tengo que desaparecer, morir, ¿para qué vivir? Si la persona por la quien vivo ya no me quiere… estoy sola. No puedo soportarlo, no soy digna de lo que se llama vivir… Soy una mala persona, tan poca cosa. Además a él ya no le va a importar..Ya no me quiere, o no como antes". Sofía y su depresión. El estado bien-normal nunca existió y sólo era una de sus facetas diarias para satisfacerlo pero como ya no estaba, daba lo mismo estar bien o mal; y que mejor que estar mal y refregárselo diariamente con mensajes de tipo suicida.
Nunca creyó en la felicidad en vida, quizá solo en el estado muerte. "La felicidad infinita: la muerte. Sólo somos seres-para-la-muerte." Por otro lado, el estado normal-mal o mal-depresión, depresión - lágrimas siempre existió; hasta el punto de decir que ese era su estado de ánimo los 370 días del año o las 25 horas al día, excepto cuando estaba Sebas con ella, y éste no estuviese deprimido. Él la alegraba, le daba una razón para vivir… y sonreír.

"Ya es muy tarde, ya no me va a querer como antes, ni siquiera sé si me ha perdonado de verdad. Jamás lo hará. Después de todo, ya tiene nuevas amigas y mucho mejores que yo...ya no sirvo.". Reflexiones, sólo tenía una opción, quizá dos, pero ya no quería lastimar a alguien otra vez... como hace meses...

"Simón me siento mal, salgamos si? ¿Qué te hizo? Nada." Desde que había averiguado lo de Selene, ya todo le daba igual. Olvidar. Hizo todo lo posible, cualquier cosa con tal de no sentir aquel dolor insoportable, una presión en el pecho, cualquiera se ahogaría entre tantas lágrimas, un vacío en el corazón, sentir como tu alma se rompe en mil pedacitos. "Sí, Simón me gustaría ir contigo al cine. Vale, voy por ti en una hora." Si él la había reemplazado, ¿por qué ella no podía hacer lo mismo? ¿Venganza? ¿Justicia? No importaba, la apatía la inundó completamente.

Ahora, se reía de sus pensamientos tan tontos: "¿Cómo se me pudo haber ocurrido incluir a Simón en todo esto?, él es bueno y yo le he hecho tantas maldades..." Y ahora qué hacer, pedir perdón o no, Simón ya se había dado cuenta, o quizá no, nunca lo supo, nunca se había atrevido a preguntárselo de frente; tenía tanto miedo.
La verdad nunca lo había conocido de verdad, no sabía mucho de él. Ella tan sólo quería alguien que la escuchase y él había aparecido. “-Sofía yo te quiero de verdad... Nunca te lo he negado -Lo sé Simón, sabes que yo también…” En algún momento, ella lo quiso de verdad, pero al irse Simón recordaba absolutamente todo; por eso prefería estar siempre con él. “Simón acompáñame, si?”. Quizá si Sebastián no hubiese vuelto, lo habría olvidado…
Quizá, pero era casi imposible que Sofía olvidase tantos momentos... Al contrario de lo que ella era para Sebastián, él era irreemplazable. Por más que quiso ver a Simón como su nuevo mejor amigo, nunca lo hizo… Aunque siempre la alegrara, aunque siempre se divirtiesen, aunque Simón la escuchase, aunque Simón sea parecido a Sebastián… “-Es lo que detesto, lo que más me duele Sofía, que sea como yo. Similar

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