sábado, 17 de mayo de 2008

Carta desde tu puerta

Carta desde tu puerta

Tranquilo. Iré deprisa. No te molestes en saltarte párrafos porque sólo será en uno.Hoy me he despertado con la cabeza mareada. Supongo que no es agradable tener que pasarme horas y horas en un autobús esperando a volver a la rutina, pero es lo que hay. Hace unos días, cuando llegué, creí que podría romperla, que había traído en mi maleta el valor suficiente para decírtelo de una vez. Pero no fue así y ahora, desde mi ordenador, espero hasta dentro de unos meses, cuando nos volvamos a ver. No es que esté obsesionada, ni celosa, ni nada. Sólo que me estoy empezando a cansar, siento que mi cabeza va a dejar de dar vueltas y ocurrirá algo que no deseo. Ojala pudiese decírtelo sin tapujos, sin terminar la frase con un “era broma” por miedo a cómo reaccionarías. Pero es que ya no puedo más. Me ahogo sólo con pensar en todas las veces que hemos estado juntos y me he vuelto a morder el labio al verte con otra, porque siempre hay otra. Porque aunque estemos siempre los dos, siempre hay un móvil que me recuerda que no eres mío, que eres de una chica mucho más bonita e interesante que yo. Sé que es subestimarme, eso dicen quienes considero mis amigas, pero tampoco puedo subestimarte. Hemos sido amigos lo suficiente para conocer a más de un batallón de féminas que te han rodeado con sus brazos, que te han besado en la mejilla y han pensado en aproximarse más a tus labios. Yo me reí de ellas desde mi hueco, desde mi sitio entre tus verdaderos amigos y creí que si alguna vez me ocurriese a mí lo vería venir y huiría de alguien que no me mereciera. Pero al contrario que ellas, yo te conozco. Sé qué te da miedo, sé que buscas alguien increíble y todo parece estar ya estandarizado bajo una capa tan gruesa que cuando te das cuenta de cómo es la persona sólo puedes cerrar los ojos esperando que esa capa vuelva a componerse. Lo explico así porque soy ingeniera y tú eres químico. Una vez me dijiste que el amor no existe, que son hormonas que reaccionan por un estímulo. ¿Alguna vez pensaste que eso podría pasarme a mí? ¿Yo, que siempre fui la pequeña monjita que sólo ligaba a tus espaldas? Sigo haciéndolo, sigo buscando algo que merezca la pena y no lo encuentro. Tú siempre me diste ese buen consejo y lo he seguido al pie de la letra, sin desanimarme, sin llorar porque las cosas tornaron a peor, sin mostrar mi miedo a no encontrarle. Y ahí siempre estabas tú, dándome apoyo y creyéndote todo cuanto podías tus propias palabras. A pesar de ello, las chicas que escogiste y escoges no cumplen esos preceptos. Te entiendo, me pasa lo mismo. No quiero verlo hasta que la neblina del enamoramiento se despeja. Y cuando se despeja continúa la búsqueda, a toda velocidad, buscando a la desesperada porque el siguiente será el verdadero. Contigo esa neblina también apareció, y aún no se ha ido. Algunas veces las nubes forman tormenta y otras veces los rayos de sol la traspasan cuando me abrazas. No sé hasta cuando tuve que negar lo mucho que me importabas. ¿Cuándo llegué a esto? ¿A pensar en ti tantas horas al día sin ningún pretexto? Creo que algún día lo descubrirás y eso me asusta, porque no creo estar preparada para ver tu cara, para ver cómo me preguntas si es verdad. Siempre he tenido miedo de arriesgarme demasiado, quizás porque siempre me he llevado tortas y ya soy tan prudente en sentimientos como una estatua. No quiero serlo, pero es en lo que me he convertido. En ser un adorno entre las chicas que se te acercan, sonrientes, con ese maquillaje perfecto. Mis amigas me aconsejan darte celos, abrirte los ojos aunque sea de ese modo tan radical. Yo no lo veo, no quiero verlo. ¿Cómo explicaría entonces todo lo que me salta a la mente cuando te veo, si a la primera noche en verte después de dos meses me voy con otro? Quizás así la estatua se convierta en un monumento inalcanzable o quizás se vuelva algo extraño para ti, igual que si yo fuese un espectador de esa escena me sentiría aturdida. ¿Por qué no puedes verme? Siempre estaré ahí. Debería decirlo pero no tengo fuerzas. Estoy cansada de verte tan lejos y estirar el brazos cogiendo aire, la neblina que siempre me acompaña da igual donde esté. Lejos o a tu lado

Por:
Lyan Shadows del foro VLM

No hay comentarios: