Carta de Drácula a su tía
Querida tía Brucolaca:
¡Cuánta razón tenían tú y el tío Malmuerto cuando me decían que nunca me asomara de día fuera del Castillo!
Te cuento: el jueves puse el despertador como siempre, a las 12 de la noche y sonó a las 12 del mediodía.
¡Qué desgracias!
Un rayo de sol me dio en plena cara, y cundo me di cuenta, ya estaba lleno de pecas.
¡Sí, tía! Oíste bien: ¡PECAS!
Es común que eso les pase a los mortales. Pero, como te imaginarás, es terrible para la gente como uno.
Ahora los chicos se ríen y bromean a costa mía.
Boris, Vampirofredo y el Bebe Colmillo no quieren salir más conmigo de noche. Dicen que soy un plátano mosqueado.
Por favor, tiíta, mándame ciento veinte pomos de Pecasen y una crema para la cara, que se me peló un poco.
No te demores. Voy a quedarme encerrado hasta que recupere mi saludable color verdoso.
Un beso de tu sobrino que te adora,
Drácula.
Ema Wolf
(argentina)